Ser bonita, pero no lo suficiente

La historia de una belleza que nunca fue protagonista

Recuerdo cuando era niña y hacían listas de las niñas más bonitas de mi salón, las primeras veces siempre me emocionaba esperar ver mi nombre ahí, sabía que no estaría en el primer lugar, pero, deseaba serlo, o siquiera formar parte de esa lista. Mi nombre nunca estaba ahí, con el tiempo deje de esperarlo.

Durante mi etapa de secundaria, cuando algún grupo de hombres observaba a mi grupo de amigas, sabía que no era por mí, y en efecto, jamás era por mí.

Nunca fui suficientemente bonita, pero tampoco lo sufrientemente “fea”, simplemente era “pasable”. Siempre he dicho que soy alguien mediana, soy de complexión media, como decía mi mamá “no eres ni tan gorda ni tan flaca”, mi estatura también es media, no soy tan baja pero tampoco tengo la altura de una modelo, siempre estoy a la mitad. Mis rasgos no destacan, no tengo grandes ojos, ni labios, tampoco tengo las pestañas más largas. De nuevo, soy la mediana.

Siempre la mediana, el elogio que no incendia, la belleza que no basta.

Toda mi vida he lidiado con este sentimiento, de no sentirme suficientemente linda, bella, bonita. Nada. He sobre pensado mirando mis fotos, mirarme al espejo cada que alguien gustaba de mí, con cambiar de estilo cada que puedo en un intento de sentirme bien. Aprendí a maquillarme a los 16 años, en un intento de sentirme suficiente para poder salir a una cita.

Hace poco lo dije aquí, quisiera ser bonita, pero, irrealmente bonita.

A veces tengo la sensación de que nunca me sentiré cómoda con mi físico, que jamás dejare de sentir miedo a que me tomen una foto con una cámara que no sea la mía, a ser vista de perfil. A veces odio que me observen, mi mente me dice que están pensando en todos aquellos defectos que yo veo en mí. Hay días en los que me incomoda salir, me incomoda verme a un espejo.

Tal vez siempre sea la mediana, tal vez aún me falte mucho por entender de mí misma, pero mientras escribo, siento que algo dentro se acomoda, aunque sea un poco. Quizá no haya respuestas, solo preguntas que se vuelven compañía.

Gracias por estar aquí, por existir y leerme. Te quiero.

-An